jueves, 1 de diciembre de 2011

La Falsa Espiritualidad


CREER NO ES SABER

Caminar de modo adecuado por el sendero espiritual es un proceso muy sutil, no es algo a lo que podamos lanzarnos ingenuamente. Hay numerosos desvíos que conducen a una versión distorsionada y egocéntrica de la espiritualidad; pueden engañarnos mediante nosotros mismos y pensar que nos estamos desarrollando espiritualmente cuando, al contrario, estamos fortaleciendo nuestro egocentrismo por medio de técnicas espirituales. Esta distorsión básica puede ser llamada falsa espiritualidad.

La falsa espiritualidad se manifiesta en los ámbitos físico, emocional e intelectual.

En el plano físico puede adoptar las máscaras del vegetarianismo, del ecologismo, del “escape” a la naturaleza (como si la vida urbana imposibilitara por sí misma cualquier aproximación a la iluminación.

En el plano emocional, suele adoptar la máscara del fanatismo y la adoración ciega que, supuestamente, resuelven de manera automática todos los problemas personales a través de la entrega de la propia libertad a una autoridad supuestamente espiritual.

En el plano intelectual, se manifiesta, por ejemplo, como apego a las etiquetas, los sistemas, los conceptos, las categorías, los mapas y las descripciones o en los intentos de mensurar cuantitativamente la experiencia interior aplicando procedimientos mecánicos.

Se trata, en suma, de reducir la experiencia iluminada a esquemas teóricos y estructuras ideológicas muertas.

Es importante comprender que el propósito principal de cualquier práctica espiritual es escapar de la astucia del ego; esto significa salir del deseo constante que tiene el ego de alcanzar versiones más elevadas de conocimiento, religiosidad, virtud, buen juicio, comodidad o cualquier otro objetivo que se haya fijado el ego como meta de su búsqueda.

Hay que salir, de la falsa espiritualidad.

Cuando más espirituales queremos aparecer ante los ojos de los demás, menos lo somos realmente.

La espiritualidad no es algo que se venda en los supermercados ni en los centros de yoga, por más que también pueda hallarse en esos lugares, así como en cualquier otro.

La espiritualidad no vale dinero.

Cuesta todo: la vida, el cuerpo, los sentimientos y el alma del buscador. Es curioso que hoy en día sean los supuestos maestros quienes vayan a la caza de discípulos cuando tradicionalmente fueron los discípulos los que fueron a la búsqueda de maestros.

Los auténticos maestros no parecen tales, y nunca hacen proselitismo. En cierto modo, un maestro espiritual tendría que desempeñar un oficio diferente que le permitiese ser independiente de sus discípulos.

Hay maestros, que según nuestro grado de comprensión y vibración, parecen más demonios o seres sin corazón, inflexibles y demasiado exigentes y disciplinados, como hay otros que parecen dulces y amables pero que están absolutamente desviados de la realidad y sus mentes llenas de basura intelectual.

Muchas veces nos quejamos de que no tenemos un buen maestro o de que no es el maestro que realmente queremos, esperamos encontrar a algún tipo de ser perfecto e iluminado, sin ningún tipo de defecto o debilidad humana y, esto es un grave error, pues debemos de considerar que un maestro no es algo que surge por arte de magia, un maestro es una persona que, como cualquiera de nosotros inició, en su momento un aprendizaje, como cualquiera de nosotros podría haberlo hecho, una persona normal, con defectos y errores, como cualquiera de nosotros, pero que ha ido luchando evolucionando y perfeccionándose poco a poco, día tras día.

No obstante, lo sencillo suele ser lo más complicado para un ego que está acostumbrado a la complejidad.
La auténtica espiritualidad es tan humilde que ni siquiera es consciente de su propia bondad. ¿Por qué etiquetar unas acciones como espirituales y otras como lo contrario?

Solemos confundir erudición con religión. Creemos que, cuanto más sepamos, más textos leamos o de más datos dispongamos, seremos mejores acólitos del sistema espiritual que hayamos elegido, pero lo único cierto es que, en el momento de caer dormidos —no digamos ya durante el proceso de la muerte—, no sólo nos olvidamos de todos los datos intelectuales que alberga nuestra mente, sino que siquiera sabemos cómo nos llamamos. En los momentos de crisis y descomposición total, sólo vale aquello que emerge espontáneamente en el fondo de la no-conciencia, sin mediación del pensamiento o del juicio. Lo único verdaderamente nuestro es aquello que podemos conservar en el “sueño profundo” sin ensueños. Lo demás es pasajero.

Toda enseñanza es, por esencia, compasión. La enseñanza pretende llevarnos más allá del sufrimiento, ¿cómo puede alguien rehusar a guiar a otro ser más allá del sufrimiento porque le falten credenciales sociales, personales e incluso económicas? Debemos desconfiar de aquellos que ofrecen enseñanzas supuestamente secretas. La realidad es secreta por naturaleza. El objeto de la enseñanza es descifrar y desvelar compasivamente ese secreto. Por tanto, una "enseñanza secreta" es una contradicción en los términos.

El hecho de creer que, por compartir una enseñanza secreta y maravillosa, pertenecemos a un club privilegiado no es sino otra muestra de inflación del ego. El hecho de considerar que, por practicar una técnica meditativa supuestamente "superior", tenemos mejor karma o estamos más cerca de la verdad, constituye un serio caso de mezquindad espiritual. El buen karma consiste en practicar cualquier enseñanza, secreta o abierta, alta o baja, en tener la voluntad suficiente para persistir en la práctica cotidiana a lo largo de los años.

Las posesiones, materiales o espirituales, son al fin y al cabo posesiones y han de ser tratadas como tales, es decir, con desprendimiento y desapego.

Muchas personas se llenan de arrogancia y de orgullo por el hecho de creerse creyentes, o por el hecho de pertenecer a algún culto o secta particular. Les encanta reunirse, ir bien trajeados, tener lugares de culto lujosamente adornados…se llenan de júbilo y euforia y se sienten protegidos y convencidos de que todo será próspero para ellos y, hasta es más, llegan a conseguir una buena posición social y piensan convencidos de que dios les ayuda a ello, de que ningún mal puede acontecerles…no es que esto esté mal, en realidad es una forma de simple mentalismo, de auto sugestión, pero para nada significa esto que sean más dignos que los demás ni especiales, ni diferentes, ni más espirituales. Simplemente están utilizando el mentalismo para lograr cosas materiales, nada más, no están trabajando en absoluto para purificar sus mentes del egoísmo y del deseo materialista.

Muchas de las grandes obras y construcciones sagradas, los templos, las iglesias y catedrales tenían como objetivos ofrendar al espíritu. Si queremos dignificar al espíritu y hacerle una ofrenda material, no debemos olvidar que el principal templo del espíritu es nuestro propio cuerpo y nuestro cerebro. De nada sirve hacer ofrendas si no dignificamos el templo de nuestro cuerpo, si derrochamos la vitalidad de nuestro cuerpo y de nuestra mente.

Vivir de una manera sencilla no significa que tengamos que vivir de manera miserable o sin ningún tipo de comodidad o confort, ni vestir con harapos. De la misma manera que es bueno dignificar el espíritu, es necesario dignificar la materia y cuidar nuestro cuerpo, alimentándolo adecuadamente y dándole un mínimo de confort e higiene. El fanatismo espiritual, es tan nocivo o dañino, como el fanatismo material o materialismo.

El materialismo y el apego, sean de la clase que sean, son signo de codicia y miedo a desprenderse de aquello que nos brinda seguridad y privilegios materiales, es signo de aferramiento, de encadenamiento, de deseo y todas estas cosas son un lastre que nos anclan a la vida material, de manera cíclica y mecánica, en un espacio tiempo. Tarde o temprano, de manera inevitable, nos guste o no, tenemos que despedirnos de todo lo que tenemos y de todo lo que nos gusta y esa es una de las causas de que la muerte sea una experiencia muy desagradable para la mayoría de las personas, una experiencia traumática que impide que podamos acceder a otros planos existenciales más sutiles.

La verdadera miseria y pobreza del ser humano está dentro de sí, no afuera y lo mismo sucede con la riqueza.
La ambición, la envidia, la codicia, la gula, el ansia, la vanidad y el descontento nos hacen vivir derrochando y derrochando, consumiendo y consumiendo, sin parar, en cosas que no son del todo necesarias ni realmente útiles. Muchas veces salimos a comprar, porque nos aburrimos y no sabemos qué hacer. La ciudad, llena de escaparates, los centros comerciales y la televisión y los medios de publicidad y el marketing se encargan de convertir al ser humano en un ser vacío, lleno tan solo de deseo, ansia y descontento.

Si no nos dedicamos a liberarnos, entonces a la larga nos veremos esclavizados por una variedad inmensa de creencias espirituales.

Creeremos que estas verdades espirituales son valiosísimas.

Nos deleitamos entonces con todo lo que leemos o nos dicen.
... El problema es que tendemos a buscar verdades fáciles y que estas no lastimen nuestro engreído sentimiento.

Pero este tipo de soluciones no se aplican al real sendero espiritual, en el cual muchos nunca debieron de haberse iniciado.

Una vez que nos comprometemos con el sendero sabemos que nos esperan cosas desagradables y difíciles.

Nos hemos comprometido con el dolor de exponernos, de desnudarnos, de despojarnos de nuestra piel, de nuestros nervios, de nuestro corazón y de nuestro cerebro hasta quedar completamente expuestos al universo.

No quedará nada del que alguna vez comenzó esta travesía."
Esta enfermedad, la del materialismo espiritual, se ha vuelto como una epidemia que está haciendo estragos hoy en día, esta enfermedad se expresa a través de todos aquellos que tratan el conocimiento esotérico, religioso o espiritual como tratarían un libro cualquiera de recetas de cocina que estudiaran pero nunca llevarían a la práctica.

Este es el tema, el camino espiritual no solo debe entenderse, ni aprenderse, ni conocerse, ni analizarse, ni sintetizarse, ni explicarse, etc.

Este camino debe VIVIRSE, debe transformarse en el eje de nuestra existencia, nosotros mismos, debemos convertirnos en el camino.
No obstante, esta inquietud la siente la personalidad ( o falso yo) que es la que teme equivocarse, fracasar o desaparecer.


El alma no tiene tales aprehensiones.

Creo que debemos enfocar el tema desde la visión interior que nos impele a seguir adelante, a aceptar cada vez con más valentía las propuestas de la verdad.

Quizás alguno tenga dudas sobre cuáles son estas propuestas o como distinguirlas de la voz de la personalidad.

Pues es más sencillo de lo que parece.

Aquello que busca beneficiar a un grupo en particular u otro grupo (ya sea amigos, familia, o grupo de estudio o trabajo), pertenece al dominio del alma humana, de esa alma que comparte toda la humanidad y lo que beneficia enormemente y sobre todo gratifica y trae paz al ser real e inmortal aun que otros seres se molesten por ello pertenece a la personalidad inteligente y consciente de su identidad como ciudadano cósmico.

Por tanto, el problema es que a la mayoría de las veces la personalidad humana sale perjudicada con todo esto, por ello mi advertencia a quienes atraídos por la curiosidad intelectual o la ambición de poderes sobrenaturales o llenos de espiritualidad religiosa o en busca de popularidad en el mundo y hasta riqueza material con el dominio de esta temática deben saber que se acercan peligrosamente a un camino desconocido donde la personalidad humana tiembla de miedo y en el que una vez ingresen solo les espera sacrifico, abnegación, renuncia y entrega total y leal a los principios lógicos exactos de la verdad que libera de la ignorancia y el sufrimiento.

Los problemas básicos del materialismo espiritual son comunes a todas las disciplinas espirituales.

El camino espiritual es el proceso de corte a través de nuestra confusión, de descubrir el estado despierto de la mente.

Cuando el estado despierto de la mente se llena de por el ego y la paranoia asiste, se asume un carácter instintivo subyacente.

Por lo que no solo es un asunto de la construcción del estado despierto de la mente, sino más bien de eliminar una a una las confusiones que aparezcan.

La iluminación es permanente porque no se ha producido, no hemos hecho más que descubrirla.

En la tradición budista de la analogía del sol que aparece detrás de las nubes a menudo se utiliza para explicar el descubrimiento de la iluminación.

En la práctica de la meditación despejar la confusión del ego con el fin de vislumbrar el estado despierto.

Uno descubre una forma diferente de ser o existir.

El corazón de la confusión es que el hombre tiene un sentido de sí mismo que le parece ser continuo y sólido.

Cuando un bien o una emoción se producen, hay una sensación de que alguien está consciente de lo que está sucediendo.

La experiencia continuamente amenaza con revelar nuestra transitoriedad para nosotros, por lo que se lucha constantemente para cubrir la posibilidad de descubrir nuestra verdadera condición.

"Pero", podríamos preguntar, "si nuestra verdadera condición es un estado despierto, ¿por qué estamos tan ocupados tratando de evitar ser conscientes de ello?"

Es porque nos hemos vuelto tan absortos en nuestro punto de vista confusos del mundo, que consideramos que es real, el único mundo posible.

Esta lucha por mantener la sensación de un yo sólido y continuo es la acción del ego.
La ambición del ego para conseguir entretenerse a sí mismo, tratando de evitar todas las irritaciones posibles.

Así que se aferra a placeres y posesiones materiales, y teme un cambio, a la fuerza, y tratamos de crear un bunker contra toda amenaza.

También nos aferramos a ideologías, o sistemas de ideas que nos hacen racionalizar, justificar y santificar nuestras vidas.

Buscamos una identidad, y normas de actuación, y las interpretaciones más cómodas de cómo y por qué las cosas ocurren.

El ego humano utiliza conceptos ajenos como filtros y se les toma demasiado en serio, estos son utilizados como herramientas para consolidar nuestro mundo y a nosotros mismos.
El ego es capaz de convertir todo lo que sea para su propio uso, incluso la mal llamada espiritualidad.

Por ejemplo, si usted tiene conocimiento de una técnica de meditación especialmente beneficiosa de la práctica espiritual, entonces la actitud del ego es, en primer lugar a considerarla como un objeto de fascinación y, en segundo lugar a examinarla.

Finalmente, puesto que el ego es aparentemente sólido y realmente no puede absorber nada, sólo trata de imitar. Por lo tanto el yo trata de analizar e imitar la práctica de la meditación.

Cuando haya aprendido todos los trucos y respuestas del juego espiritual, automáticamente trata de imitar la espiritualidad, ya que la participación real requeriría la eliminación completa del ego, y de hecho lo último que se quiere hacer es dejar el ego por completo.

Sin embargo, no podemos experimentar lo que estamos tratando de imitar, sólo podemos encontrar un área dentro de los límites del ego que parece ser la misma cosa.

Se siente una sensación de gran logro y emoción al haber sido capaz de crear un patrón.

Por fin se ha creado un logro tangible, una confirmación de su propia individualidad.
Si convertimos en éxito el mantenimiento de nuestra propia consciencia a través de técnicas espirituales, entonces el desarrollo espiritual genuino es muy poco probable.
Nuestros hábitos mentales se vuelven tan fuertes como para ser difícil dejarlos de lado.

La mayoría de nosotros, si examinamos honestamente nuestras acciones, estaremos de acuerdo en que somos gobernados por uno o más sistemas de control "Pero", podríamos preguntar, "¿y qué Esto es simplemente una descripción de la condición humana Sí, sabemos que nuestra tecnología no nos puede proteger de la guerra, el crimen, la enfermedad, la inseguridad económica, el trabajo laborioso, vejez y muerte; ni nuestras ideologías nos protegen de la duda, incertidumbre, confusión y desorientación.

Ni las terapias nos protegen de la disolución de los estados elevados de consciencia que temporalmente se pueden lograr y la desilusión y la angustia que siguen, pero ¿qué otra cosa tenemos que hacer?

Los sistemas de control parecen demasiado poderosos como para derribarlos, y no sabemos cómo sustituirlos.

Los sistemas de control de la consciencia humana nos seducen por la creación de un mito fundamental: el que somos seres sólidos y finitos.

Pero esto es falso, un fraude enorme, un gigantesco engaño muy hábilmente diseñado y sostenido por mucho tiempo, y es la raíz de todo sufrimiento de la sociedad humana terrestre.

La matrix evita por todos los medios que sean necesarios que sus esclavos descubran el gran engaño fundamental porque esto es la fuente de su poder.

No podemos de ninguna manera liberarnos de esta dominación a menos que despertemos de este largo sueño profundo de la consciencia espiritual y bloqueemos todas las Defensas de este sistema manipulador.

Debemos examinar nuestra propia experiencia. ¿Pero cómo, vamos a realizar el examen? ¿Qué método o herramienta vamos a utilizar?"
La meditación.

Ha habido una serie de conceptos erróneos acerca de la meditación. Algunas personas lo consideran como un estado de trance de la mente. Otros piensan de él en términos de capacitación, en el sentido de la gimnasia mental. Pero la meditación no es ninguno de ellos, a pesar de que no impliquen el tratamiento de los estados neuróticos de la mente. El estado neurótico de la mente no es difícil o imposible de tratar. Tiene energía, velocidad y un determinado patrón.

La práctica de la meditación consiste en dejar ser y suceder tratando de ir armónico con la energía y la velocidad.

En la práctica de la meditación no se debe imponer nada con demasiada fuerza en la mente, ni debe dejarse vagar. "Esa es la enseñanza de dejar que la mente sea de una manera muy abierta, de sentir el flujo de energía sin tratar de someter y sin dejar que se salga de control, de ir con el patrón de energía de la mente. Esta es la práctica de la meditación.

Tal práctica es necesaria en general, ya que nuestro patrón de pensamiento, nuestra manera de conceptualizar la realización de nuestra vida en el mundo, es demasiado manipuladora, se impone en el mundo, y corre completamente salvaje e incontrolada.
Por lo tanto, nuestra práctica de meditación debe comenzar con la capa más externa del ego, los pensamientos discursivos que continuamente se ejecutan a través de nuestras mentes, nuestros chismes mentales.

Los controladores usan el pensamiento discursivo como su primera línea de defensa, como los peones en sus esfuerzos para engañarnos. Cuanto más se generan los pensamientos, más ocupados estaremos mentalmente y más convencidos estaremos de nuestra existencia material.

Así que los amos del control están constantemente tratando de activar estos pensamientos, tratando de crear una constante superposición de pensamientos para que no se vea nada más allá de ellos como la nube espesa que no deja ver.

En la verdadera meditación no hay deseo para provocar pensamientos, ni tampoco hay deseo de suprimirlos. Sólo permite que se produzcan de forma espontánea y se observan no como propios si no como proyectados desde adentro por un enemigo bien oculto que sirve incondicionalmente a los amos del control y le llamamos ego, si mismo o identidad humana terrestre.

Si la estrategia de crear continuamente pensamientos superpuestos es penetrada, entonces los controladores provocan emociones que nos distraigan.

La emocionante, la calidad de colorido dramático de las emociones nos llama la atención como si estuviéramos viendo un espectáculo de película bastante absorbente.

En la práctica de la meditación no se alientan a las emociones, ni se reprimen.

Al ver con claridad, se les permite ser como son, y ya no se les permite servir como medio de entretenimiento o distracción para nosotros.

En ausencia de pensamientos y emociones aparecen los conceptos.

Etiquetando los fenómenos y creando una sensación de un mundo sólido definido de "cosas".

Un mundo tan sólido que nos asegura que somos una cosa sólida, y continua así.
El mundo existe, por lo tanto existo... el perceptor del mundo.

La meditación consiste en ver la transparencia de los conceptos, por lo que el etiquetado ya no sirve como una manera de solidificar nuestro mundo y nuestra imagen de sí mismos.

Por el examen de sus propios pensamientos, emociones, conceptos y las demás actividades de la mente, no hay necesidad de luchar para demostrar nuestra existencia, que no tenemos que estar sujetos a la regla de los controles del Materialismo.

No hay necesidad de luchar por la libertad; la ausencia de lucha es en sí mismo la libertad.

ALBERTO VILLAVICENCIO










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